sábado, 27 de julio de 2013

YOU ARE WELCOME

Sin título

- Yo, al igual que tú, a menudo viajo lejos de casa.
- ¿Y qué es lo que busca un gran señor en esos lugares? Tienes todo lo que un hombre puede poseer, tierras fértiles, vasallos que te sirven, un ejercito a tu mando y numerosa familia.
- He de difundir la palabra del sagrado libro. Por motivos que desconozco y supongo solo a Dios atañe, más allá de nuestras fronteras los hombres y mujeres se encuentran ciegos de fe, sumidos en ritos paganos y en una vida de pecado. Por ejemplo esa estúpida religión de cientos de dioses mitad animal mitad humano que se propaga donde crece en sándalo. Por ello están siendo castigados y se ven azotados por diluvios, terremotos y otras desgracias de la naturaleza. Yo les hago ver que siguiendo el camino de luz divina serán recompensados como yo lo he sido.
- ¿Pero no crees que son promesas baldías?, ¿que realmente seguirán recibiendo esos males?
- No, yo soy el claro ejemplo de la bondad del señor.
- He de continuar, gracias por tu ayuda.
- No, no puedes. Se que te rodea la misma oscuridad, has comido y has bebido ahora has de escuchar. Y creerás.
La vivencia parió una fantasía.

Sin título

Esta publicación podía tener unos cuantos títulos, pues los "yankis" cuentan con bastante mala prensa que genera un montón de estereotipos, muchos ciertos, otros no tanto. Pero hay uno que he sentido desde mi llegada y que yo al menos no conocía, y es lo amabilidad y sinceras bienvenidas que recibo. Por ese motivo, básicamente tengo cosas buenas que contar de los estadounidenses, en realidad no he tenido ni una experiencia amarga con ellos, y eso que viajo sin pasaporte en un país paranoico con la seguridad.

Sin título

 Entré en Oregon, no sin antes de que Washington me diera una última sorpresa. A Louis, me lo encontré mientras cogía agua del grifo exterior de una oficina de correos de un pequeño pueblo. Tenía cara de ser un tipo serio pero aún así me acerqué y le pregunté por si conocía algún lugar para colocar la tienda. La verdad que era un poco pregunta trampa, yo sabía que no había ningún camping cerca y tenía la esperanza de que me ofreciera su jardín, y así fue..aunque Louis seguía siendo muy serio, me dijo donde acampar, se metió en casa y no volví a saber de el. Por la mañana levante el campamento pronto y rápido para no incomodar al dueño, me detuve unas millas más adelante a desayunar. Mientras preparaba unas tortillas (mexicanas) con mantequilla de cacahuete estaba yo pensando en que tipo más soso este Louis, me cede su jardín y no me hace ni una pregunta acerca de mí ni de mi viaje, ni de el ni de nada de nada, cuando de repente veo acercarse su coche por la carretera, me trae un cafetazo de medio litro en un vaso de plástico duro con tapa hermética que me viene de perlas. Alucino y con una sonrisa le doy las gracias...pues mira tu que este Louis va ha tener su rollo al final.

Sin título

Como he dicho entré en Oregon y lo hice un 4 de julio, día en el que se conmemora la independencia de los Estados Unidos de America. Tenía claro que quería vivir ese día desde dentro, como lo hacen las familias americanas, por lo que le pedí a Patt, mi Warmshower, un lugar en su celebración. Y así entre banderas, gente encantadora y muuucha comida pude ver la exaltación de patriotismo de un 4 de Julio como dios manda, con sus fuegos artificiales y su himno.

Sin título

Las primeras jornadas pedaleando por la costa de Oregon me emplazan en lugares preciosos pero también más turístico que Washington y no resulta nada fácil acampar por libre, aún así me las arreglo algún que otro día hasta que descubro que los camping tienen lugares específicos para bicis y caminantes por la módica cantidad de 5 dólares. 5 dólares que te dan acceso a un huequito para la tienda, una ducha caliente y largas conversaciones de cenas compartidas.

Sin título

Mi karma ha decidido regalarme, como mínimo, una bonita sorpresa por día. Hay jornadas en las que le estoy agradeciendo algo cuando ya me está ofreciendo una nueva experiencia, un rincón mágico que fotografiar o alguien con quien charlar, como en la etapa entre Newport y Florence.

Sin título

Un fuerte viento de espalda convirtió las monturas de todos los que rodábamos la 101 dirección sur en coloridos galeones que surcaban raudos las carreteras, y cual capitanes casi solo tenías que silbar y sonreír al timón mientras disfrutabas de una embriagadora costa. Que por cierto, aprovechando la ocasión decidí que bicicleta necesitaba un mascarón de proa, ¿qué clase de barco sería si no? Pensé en la clásica sirena de turgentes pechos, pero sin duda Tintin encarna mucho mejor el espíritu que me gustaría que tuviera éste viaje.

Sin título

Llegada la hora a media mañana, decido arribar en puerto y comprar alguna comida. Cuando salgo de la pequeña tienda y me encuentro con Thomas, un simpático vejete que observa con curiosidad a Cleta. Porta un extraño bastón tan alto como el. Amarrado en un extremo, un cucharón con forma de concha. Parece un peregrino, pienso. Le saludo, me saluda y se va. Pero no da ni diez pasos cuando se gira y deshace lo andando para entablar conversación conmigo y aprovechando la ocasión le pregunto acerca del artilugio. Thomas se dedica a recolectar y vender minerales y piedras semipreciosas en la playa que luego pule en su casa en una especie de centrifugadora, o eso le entendí, su cucharón le ayuda a recolectarlas sin tener que agacharse, que uno está mayor para andar doblando el espinazo en esos humedales, en esto que echa mano a su mochila y me enseña la mercancía, la de ese día y algunas piezas ya pulidas. Separa cuatro pequeñas piedras brillantes, tres negras y una blanca y me las pone en la mano diciéndome que simbolizan los cuatro puntos cardinales donde en esta historia el sur se viste de alba. Y así continué el viaje, feliz de haber conocido a Thomas y de recibir el bonito y simbólico regalo.

Sin título

Seguía navegando con el viento en popa cuando en un desvío un cartel de madera me advertía de que no me podía perder su faro histórico, genial! Si no fuera por que la carretera se hundía en los abismos en una pronunciada pendiente que luego tocaría subir. Pero el palpito era bueno, y lo seguí. Y que bien! El faro precioso y en un lugar privilegiado al que por raro que parezca en este país, no se llegaba en coche si no andando. Pero lo mas importante, es que una vez más, me esperaba una persona estupenda que conocer. Dave, es voluntario y realiza recorridos explicando la historia del faro, me lo encontré mientras empujaba a bicicleta por el sendero que conduce a este. En cuanto me ve, vienen hacia mi y yo pienso que una de dos, o no puedo estar ahí con la bici o me toca soltar la gallina. Pues no, quiere saber de mi, y cuando se entera que vivo en España y que tengo raíces portuguesas se emociona, me explica (no le entendí muy bien) que el primer vínculo histórico del cabo es con un navegante portugués y que el faro lleva apellido español. Tras la charla veo que echa mano a su cartera, no lo puedo creer, mis pupilas se deslizan por milésimas de segundos hasta enfocar sus manos que cuentan algunos billetes, no, no puede ser, mientras Dave me advierte de lo peligrosa que es la carretera las siguientes cinco o seis millas sin arcen, separa algunos siguientes, lo va hacer!. Toma, esta es mi aportación para que sigas en tu viaje, he recorrido el norte de Europa en motocicleta y recibí mucho, ahora me gustaría devolverlo. Toma un buen desayuna mañana. Le expliqué de mil maneras que no lo necesitaba y que no podía aceptarlo pero Dave insistió. El desayuno en su honor estaba riquísimo.

Sin título

La despedida de Oregon la hago desde un lugar privilegiado, yo solo. La vida social de los camping está genial pero de vez en cuando busco ese lugar mágico en el que poder estar tranquilo y dedicarme a editar las fotos, intentar pintar unas acuarelas (con bastante desatino) por si las puedo sacar unos dólares o simplemente contemplar la puesta de sol a solas.

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Además tenía por delante California donde empezamos a concentrarnos más y más ciclistas rumbo San Francisco. Lo sorprendente para mí es que me encuentro con chicos bastante jóvenes que rondan la veintena. Yo que me siento (y estoy) más cerca de los 40 que de los 20 y evidentemente mi perspectiva es algo más amplia, me encanta escuchar acerca de sus viaje en bicicleta, del por que han elegido este medio, de sus ideales y aspiraciones...

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Pero sin duda las que cautivaban a todo el mundo con su alegría y frescura eran unas chicas que viajaban en grupo de 5. Resulto que un domingo, yo tenía un contacto de warmshowers que esperaba mi llegada, yo pedaleaba duro pero mis cálculos en cuanto a las distancias habían fallado, un soporte de la parrilla delantera se había roto y algún que otro puerto había puesto mis piernas en un brete cuando me las encontré de nuevo. Se alojaban en la casa de invitados de unos conocidos y estaban pasando el día en el rodeo y cuando les dije que debía de continuar que aún tenía mucho por delante me ofrecieron pasar el resto de la tarde con ellas y quedarme a dormir en la casita. Yo rechacé la oferta en un primer momento pero no tarde ni 10 pedaladas en darme cuenta de que, en primer lugar iba a ser imposible llegar a mi destino de día y en segundo lugar el plan era excepcional. Esa tarde las dejé camino de la playa, yo necesitaba gasolina para el hornillo y WIFI para avisar a mi "warm" -¡Vente cuando termines tus recados!-

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No conseguí ni una cosa ni la otra, pero cuando caminaba hacia las rocas escuche como gritaban mi nombre a lo lejos, ahí estaban, como no podía ser de otra manera, encaramadas en uno de los rocachos despidiéndose del sol. Encantadoras.

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Y no puedo olvidarme de Matt, al que deje plantado ese día pero que me recibió sin problema al siguiente. Un tipo realmente interesante, pastor de la iglesia, corredor de maratones y artesano cervecero con una de las mejores cervezas que me he tomado en mi vida.

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Arte y naturaleza ocupan el mismo lugar en mi cerebro y tocan las mismas fibras. La última vez que algo me emocionó y anudo mi garganta fue de la mano del arte. Una Coral de 50 voces repartidas en una catedral barroca de Salzburgo logró que se me encogiera el estómago, pues bien, he tenido la suerte de volver a experimentar algo similar pero esta vez por parte de la naturaleza.

Los Redwood o sequoias gigantes son INCREÍBLES. Gigantes centenarios tan sobrecogedores que no es difícil imaginarles alma y terminar hablando con ellos en un diálogo de loco y árbol. Ese día arriesgue más de lo acostumbrado, estaba en un parque nacional como otras veces pero en esta ocasión totalmente expuesto, desde la orilla despejada del río que cruza la avenida de los gigantes. Me bañé en el, disfruté del último sol secándome y cené mientras observaba una nutria correteando por la otra orilla, a fuego lento se cocinaba la mermelada de moras del desayuno.

Cuando apareció un todoterreno de los guardas del parque, no tenía la tienda montada ya que mi intención era dormir al raso, pero claramente no eran horas para estar allí y evidentemente se veía que iba a acampar, así que un problema gordo acechaba, pero los americanos, si es cierto que tienen reglas para todo pero no me parecen ni mucho menos unas personas inflexibles, así que tranquilo me levanté y cuando se acercó charlamos. Me dijo que no podía estar ahí, (claro, obvio) y que tenía un camping a 5 o 6 millas. Lo malo es que eran las 9 de la noche, y la carretera que cruza el bosque es muy oscura, llena de curvas y estrecha. Por lo que le puse un poco cara de pena charle un poco más con el y finalmente me dijo.... aquí no puedes quedarte por que puedo verte, pero en el bosque entre las sequoias no puedo. No pregunte más, no podía creerlo, me estaba invitando a que me quedara en un lugar que probablemente sea uno de los más protegidos de los EE.UU., dormir entre las increíbles y absolutamente fascinantes sequoias.

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Aquella noche, el árbol que me cobijaba me contó que superaba los 2000 años de vejez, que el y otros como el, habían sobrevivido a incendios, plagas y un sinfín de desgracias naturales, lo que no lograron superar otros fue esta condición que nos caracteriza a los humanos llamada progreso/codicia y que aún hoy algunas de estas maravillas son sesgadas por la hoja de la sierra. Despertar entre estos gigantes bondadosos fue único.

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En fin todo marcha mejor de lo previsto y sobre todo estoy teniendo experiencias geniales con la gente. Son grandes estos "yankis". Y recordad, You are welcome!

sábado, 13 de julio de 2013

Coleccionando Atardeceres

Alguien me pidió que fotografiara algún puente y se lo dedicara. Esa persona valora el simbolismo de unión y encuentro entre pueblos y personas, lo que antes estaba separado y no se conocía se encuentra y ese encuentro normalmente es enriquecedor.


Esta publicación no es para dedicarle esta foto a la persona que me lo pidió (seguro que me lo perdona), con su permiso me gustaría regalarle esta imagen y palabras a unos chicos que sin conocerme de nada, no tuvieron la menor duda de tenderme un puente hasta ellos, sólido, como de piedra y acero. Cuando me encontraba en Alaska y me llevé, voy a llamarlo aquel revolcón, a traves de un warmshower en común, la pareja de coleccionando atardeceres se enteraron del asunto. Ya habíamos intercambiado cierta información, generosos en la comunicación y en echar una mano, me dieron buen rollo desde el principio. Pero de ahí a como me empujaron en aquel momento tercia un trozo grande, además de los ánimos tenía un lugar para rodar junto a ellos cruzando territorio de osos, que entre tres se lleva mejor. Todo esto con una sinceridad de la que se nota aunque sea a traves de una pantalla.



Yo decliné la oferta por que no quería contaminar su viaje con mi mal aura de aquel momento, pero el detallazo queda. Seguimos hablando por washapp y me van poniendo los dientes largos con su paso por Canada, me alegro tanto por vosotros compañeros.



No os perdáis su web, excelentes fotos y divertidos textos que os harán viajar un ratito. coleccionando atardeceres


Aunque este post es para Quique y Ali quiero darle las gracias a Lontxo que más tarde y ya en EEUU también me ofreció rutear junto a un grande como el. Gracias ;). Lorenzo Rojo

Un abrazo grande a los tres.

viernes, 5 de julio de 2013

Devenires


—Mi corazón es traicionero.—dijo el muchacho al Alquimista cuando pararon para dejar descansar un poco a los caballos.—No quiere que yo siga adelante.
—Eso es una buena señal.—respondió el Alquimista.—Prueba que tu corazón está vivo. Es natural que se tenga miedo de cambiar por un sueño todo aquello que ya se consiguió.
—Entonces, ¿para qué debo escuchar a mi corazón?.
—Porque no conseguirás jamás mantenerlo callado. Y aunque finjas no escuchar lo que te dice, estará dentro de tu pecho repitiendo siempre lo que piensa sobre la vida y el mundo.
—¿Aunque sea traicionero?
—La traición es el golpe que no esperas. Si conoces bien a tu corazón, él jamás lo conseguirá. Porque tú conocerás sus sueños y sus deseos, y sabrás tratar con ellos. Nadie consigue huir de su corazón. Por eso es mejor escuchar lo que te dice. Para que jamás venga un golpe que no esperas.

El alquimista, Paulo Coelho.



Si continúas con la mirada un poquito más al sur de South beach, a través del bosque, terminarás por ver una zona de descampado de unos 60 u 80 metros de diámetro, esta zona tiene en su lado más pegado al mar como otra pequeñita zona adosada, igual que un balcón que se asoma al océano.


Aquí se oye rugir el mar con tal fuerza, que parece mentira que lo llamen Pacífico. Estoy tumbado en la tienda, con la mosquitera y la entrada abierta, mientras los últimos rayos de sol entran y me calientan, se nota que se despide por que el aire cada vez es más frío, pero no importa por que hace agradable arrebujarse en el saco. Las ramas de los arbustos que rodean mi rincón comienzan a filtrar la luz y me tapan la playa desde mi reposada posición, aunque durante la cena he tenido tiempo de sobra para observarla, y grabarla para siempre en la retina.


La cena. Era arroz, simple arroz, pero estaba tan rico. Ni mil cenas de lujo podrían mejorarlo. La playa se veía preciosa, la brisa empujando sobre las rocas una fina capa de bruma que se diluía entre los troncos encallados en la playa, como grandes navíos de otros tiempos. Y si miraba hacia el norte, allá en el océano, una porción de tierra asomando en el mar en forma de isla, y en esta, un faro saludando desde lo lejos.


En fin es hora de dormir, salgo un segundo para captar el último suspiro del sol, que la foto tiene que ser suuuper chula.


Extracto de un email.

El retorno a Anchorage fue desolador para mi, algo dentro me decía que me había pegado la cagada del siglo. Por suerte la terapeútica compañía de Linda y Angie me hizo recuperar de nuevo fuerzas tanto físicas como psíquicas y replantearme una segunda parte de la aventura, el plan B.


Tomaría un ferry rumbo a Bellingham, En la costa oeste de los Estados Unidos, una bonita ciudad al norte del país pegada a la frontera de Canada. Me despedí de Linda con un fuerte abrazo de gratitud y encare el momento del embarque, con el espíritu en equilibrios pero con fuerzas renovadas, algo bueno estaba por venir.


Que equivocado, esa misma mañana, ya mar adentro, se levanto un viento brutal que confabulo con el clip de mi riñonera, o como yo la llamaba "Dios". Para que en un alarde de sincronía este último se soltara a la vez que una ráfaga hiciera planear rápidamente sobre la borda toda mi documentación, mis tarjetas de crédito y mi dinero en efectivo y en un súbito picado, alcanzar la espuma producida por el enorme buque, dotando así a Poseidon de dos Visas, 450 dolares en efectivo, un pasaporte de nacionalidad portuguesa, una cartilla de vacunación de lo más completa, mi permiso de residencia europeo, el carnet de conducir normal e internacional, mi DNI portugues, tarjetas de visita de rodamundu (Lo mismo ahora me esta leyendo alguna merluza), las llaves de la bolsa de manillar y las llaves del candado. Si, todo eso desapareció en 2 segundos. Evidentemente la rayada de viaje fue interesante. Pero bueno. Eso ya quedo atrás.


Cuando llegue a Bellingham era sábado por la mañana y poco podía hacer por solucionar mi problema financiero y burocrático por lo que a pesar de la mala sombra, pasé un estupendo fin de semana en casa de Thomas, Laural y sus dos hijos. Esto de los Warmshowers (comunidad online de hospitalidad entre ciclistas) es un inventazo, no solo por que te proporcione un lugar donde poder tener las comodidades habituales por una noche, si no por que eres un invitado a su estilo de vida y eso enriquece el viaje de manera inimaginable. En ese par de días recogí frambuesas en el huerto, conversamos en la hogera del jardín de unos amigos (por cierto, gracias Sara por tu perfecto español y divertida compañía), comimos en casa de los abuelos... como os decía, un invitado a su estilo de vida.


El lunes tracé el plan a seguir. Tomaría rumbo sur, al fin y al cabo era una de las premisas del viaje, el primer destino San Francisco, donde podré solicitar un nuevo pasaporte. Y además darme este tiempo de reflexión y conexión con el viaje.


Ese rumbo sur se torció rápido, después de un día genial con Lys Que cruzó Alaska y Canada allá por el 73 con 22 añitos y que me recomendó darme un garbeo por la Olympic Peninsula, al fin y al cabo, San Francisco no se va a mover de su sitio.


Y la recomendación ha sido acertada. Si que es cierto que me estoy encontrando toboganes rompepiernas cada dos por tres, pero merece la pena, el verdor te cala hasta dentro, el camino te regala una colorida colección de bayas comestibles, cientos de animalillos te saludan, como el osado mapache que decidió autoinvitarse a cenar conmigo o la ardilla que me daba los buenos días desde el otro lado de la mosquitera de la tienda. Aunque lo mejor de todo sigue siendo la gente estupenda de toda clase y condición que tengo oportunidad de conocer, bien sea el warmshower que te cuenta sus increibles viajes por sudamerica o el vecino de parcela que te invita a una deliciosa y ansiada cerveza (¿os acordáis que perdí el pasaporte? En EEUU sin identificación no te venden alcohol en ningún sitio).


Ocurrió el otro día que aburrido de pagar en los camping lo mismo que una familia de 6 con megatienda y todoterreno, andaba yo haciendo unos km extra en busca de un sitio, algo no demasiado sencillo, si aún no tienes el ojo avizor de los experimentados y estás en norteamerica donde cada cm de tierra parece tener dueño o estar tomada por el bosque.


En esto que veo otra bici con alforjas en un punto de información y decidí pararme, lo mismo daban perritos calientes a ciclistas. Pues resulto que no, no regalaban comida pero el dueño de la bici, Nathan , un chaval de 26 años mas majo que las pesetas me contó que vivía en L.A. y que en busca de desintoxicarse de urbe se dirigía a una granja donde trabajaría el verano a cambio de sustento y que fuera con el, estaba seguro que no había problema en montar mi tienda por una noche.


Y que sorpresa amigos, la granja en realidad no se parecía en nada a esas que ilustraban los libros de TEO. Una jovencísima pareja de 22 años, Megan y Kevin, llevan 2 años levantando un proyecto compartido con voluntarios, en el que intentar crear un comunidad autosostenible y en sintonía con el entorno. La parcela ubicada dentro del parque nacional del Olympic Peninsula carece de electricidad y agua corriente, si no contamos un magnífico río de aguas cristalinas que desciende directamente de los bosques de la reserva natural. Los animales de la granja reciben tal amor por parte de los dueños, que ocurría algo totalmente insólito para mí, se comportaban como verdaderas mascotas y por ello las cabras te seguían y se empujaban contra tus piernas pidiendo caricias, las ocas te solicitaban comida o los patos ni se inmutaban si saltabas por encima para poder sortearlos.


Una de las partes del proyecto más interesante es la construcción de una casa cueva, que pena no poder verla acabada. Esa noche cené leche de cabra cruda y revuelto de huevos de oca con no se que muy bien.



En fin, como veis el plan B está en desarrollo y me regala cada día sorpresas deliciosas, mi corazón intenta traicionarme de vez en cuando, pero igual que Santiago el aprendiz de alquimista, le escucho pero sigo adelante, que yo se cual es su sueño.


Otras cosas:

- Al principio en Anchorage me pareció exagerado eso que dicen del problema con la obesidad en el país. Pues bien, me he dado cuenta que en ciudades como Anchorage que tiene una de las mejores redes de senderos y bicicarriles urbanos del país, Bellingham o Port Townsend, todas ellas muy integradas con los espacios naturales y con espacios lúdicos-deportivos, la gente goza de un aspecto normal y en cuanto sale un rayo de sol puedes ver como se llenan estos sitios de actividad. Amen de una filosofía bastante saludable respecto a la alimentación, horticultura ecológica, etc. Sin embargo en otros lugares como Averdeen, ciudad industrial por la que fue un poco asqueroso rodar y pensada exclusivamente para el coche, ahí amigos, ahí es donde lo raro es ver alguien delgado o que no lleve consigo un batido del starbucks mientras hace la compra en el súper, a veces en carritos motorizados que portan compra y comprador.


- Hablando de supermercados, aquí todo es a lo grande, desde las mastodónticas camionetas a los paquetes de arroz, los formatos de venta son exageradamente grandes, donde un blister de pechugas puede pesar 3 kilos sin problemas o llevarte un bidón de leche de 5 litros. No se como se apañaran los singles.


- Es un país muy religioso, con unas cuantas variantes del cristianismo hasta lo que he conocido por el momento y no es nada raro que te saquen el tema en el momento mas insospechado, por ejemplo, en el puente de Deception Bridge le pedí amablemente a una señora que me tomara una fotografía. Of course. Me dijo. Saco un par de ellas en cuanto se entendió con la cámara y al devolvérmela me salta, "y bien joven hombre, conoces a los testigos de jehoba." Wath???!!!!

- Van 3 ardillas, 1 tejón, 1ciervo, como 10 o 15 culebras y serpientes, 1 cuervo, 5 o 6 pajaros de diferentes marcas y modelos espanzurrados en la carretera. Es una pena si...pero vivos he contado muchos más.

- Me pongo a moras, frambuesas y otras bayas doblado. El camino me las regala todos los días, especialmente una epecie de mora-frambuesa amarilla.

- Como ya he contado la gente es muy gentil y amable y a menudo se detienen a interesarse por mi.

- Todo lo pierdo todo lo dejo olvidado. Siempre he sido bastante despistado, pero esto ya pasa de castaño oscuro. En lo que va de mes he perdido en orden cronológico, el palo de aluminio que me traje de soporte para la bici, una cincha, la caña de pescar (esta la rompió bicicleta), a Dios, la navaja (un regalo de alguien muy especial, el disgusto de ese día fue tremendo, regrese 15 km en su busca pero ya no estaba), la toalla, el mini tripode. Lo positivo es que Cleta está mas contenta y ligera.

- Por cierto algunas personas me preguntaban a cerca de los textos. bien, a no ser que ponga lo contrario lo escribo yo.

Un abrazo gordo!